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Molotov: «Nos podrán ver más viejos, pero estamos más sabios»

27/09/2022 - Noticias
Molotov: «Nos podrán ver más viejos, pero estamos más sabios»

La banda mexicana Molotov compartió recientemente los singles «No olvidamos» y «Quiten el Trap», anticipos de un próximo disco que promete «posicionar a la banda y reivindicarla con un mensaje global y una identidad» a partir de un sonido «potente» y una sátira que atiende por igual tanto a presidentes mexicanos como a toda una industria musical asentada en el reggaetón.

Mientras se apresta para su regreso a los escenarios porteños después de dos años con su presentación del próximo viernes junto a los locales Kapanga y Eterna Inocencia, el cantante, bajista y miembro fundador de Molotov, Micky Huidobro, brindó algunas pistas sobre el nuevo material y compartió su emoción por el contacto en directo con los argentinos, con los que reserva «millones de anécdotas», alimentadas por una relación que a esta altura se ofrece como inquebrantable.

«Cada vez que vamos a Argentina se desata una locura. A veces nuestra, otras del público o también de gente que trabaja con nosotros o que nos recibe por allá. En la última en el Luna Park, una chica se aventó al escenario a abrazarme, pero terminó tumbándome como si fuera una lucha libre y el ‘staff’ se puso a hacer el conteo. Uno, dos, tres… Estuvo muy divertido», recordó en declaraciones a la agencia Télam sobre la última visita.

En 2002, la banda también fue parte del último Cosquín Rock antes de la pandemia, con una carpa adecuada para el formato patentado su disco «MTV: Unplugged: el desconecte».

Con los nuevos singles y la confirmación de un nuevo álbum de estudio para el próximo año -el primero desde «Agua Maldita» (2014)-, la agrupación calibra su nueva conquista generacional con los pesados sonidos de los 90 y con el soporte de productores estadounidenses como Ross Robinson y Jason Livermore, avezados expertos del sonido distorsionado del nu metal y el hardcore punk, respectivamente.

«Ahora estamos estrenando ‘Quiten el Trap’, una canción basada en un video que se hizo viral hace mucho tiempo, de un tipo que entrevistan en la tele y se la pasa diciendo ‘quiten el trapo’ por el trapo de trapear el piso. Y se nos hizo muy padre usarlo, porque nos gusta jugar con las frases. Es un juego de palabras con todo lo que se dice en ese video», anticipó Huidobro.

P: Por fuera de la burla que propone la canción, ¿Cuál es tu mirada sobre el actual panorama musical, donde predominan ritmos como el reggaetón, que tuviste que abordar para esta composición?

MH: La verdad es que hay música de la que yo siempre preferí quedarme un poco al margen. Y el reggaetón fue una de ellas. Para hacer este tema tuve que meterme a escuchar a gente que no escuché en años. De las que me había blindado y dejado aparte. Cuando escuchaba una canción de reggaetón realmente me tapaba los oídos; ahora tuve que meterme a investigar y a escuchar un poco para componer. Me di cuenta de lo fatal que había sido este proceso de quince, tal vez veinte años, de música espantosa. De lo banal que termina siendo, porque pudiendo tener tanta audiencia y hacer tantas cosas, no tienen una actitud rockera. Obviamente que es otro estilo pero hay raperos como Ice Cube, Eazy E, Ice-T y N.W.A que tenían consignas que hablaban por su gente, su raza y su color. Aquí se perdió completamente todo eso y se desvió al perreo, a los videos con coches exorbitantes que, yo siendo piloto de carreras, sé que ni saben encender.

P: ¿Qué saldo les dejó el tiempo en pandemia? ¿Y cómo actualizó esa experiencia la mirada crítica sobre la historia política y social que fija el tono de «No olvidamos»?

MH: Bueno, nosotros nunca habíamos tenido un parate. Desde que salió el primer disco («¿Dónde jugarán las niñas?») siempre estuvimos de gira. Y ahora que tuvimos que parar, también me pasó que me rompí un pie y estuve tirado sin poder moverme por un rato. Agarré el bajo otra vez y me puse a tocar como si tuviera 17 años, hasta que aparecía el codo de tenista. Fue un tiempo de meterle mucho también a la guitarra y de empezar a componer nuevamente. La situación que vive México hoy en día es muy parecida a la que se vivía cuando salió aquel primer disco y eso influye en las composiciones, como en «No olvidamos», una canción que tenía ganas de escribir porque el mexicano tiende a perder la memoria cuando pasa un acontecimiento político grave. De pronto le cambian la noticia por el fútbol, por «El Chupacabras» o por cualquier otra cosa. Somos especialistas en tener cosas con las que distraernos en las noticias. Y como nosotros no olvidamos, intentamos aportar un granito de arena aunque sea con una historia breve sobre lo ridículo que llegaron a ser ciertos presidentes. Aquí se acaba de celebrar un aniversario de un temblor en el que un presidente de México prefirió no pedir ayuda al mundo cuando realmente la necesitaba. Qué estupidez. Todo el mundo te ofrece ayuda y un presidente prefiere dispararse en el cuello.

P: ¿Es una obligación del rock representar ese espíritu contestatario?

MH: Con las últimas nominaciones a los Grammy Latinos me pasó que no entendía por qué nos habían nominado como «Mejor Canción de Rock». Tenemos un chat interno con el grupo y les pregunté qué había pasado que nos habían nominado ahí con una bossa-nova. Y Paco (Ayala) empezó a argumentar que, a fin de cuentas, «No olvidamos» sí tiene la actitud rocanrolera que muchas bandas no tienen. Obviamente que el sonido tiene otras cosillas, pero es todo lo contestatario que puede llegar a ser una canción para trascender, sea del género que sea. «Mientras haya poesía, no importa la melodía». Es una frase que le repito a mucha gente. La música siempre va a ser importante y más cuando siempre se está oscilando entre cosas padres y estilos nuevos. Ya sea integrándonos con la música electrónica o con el rap, la idea es hacer un tema y hablar de algo importante, de mantener siempre una actitud rockera, aunque sea en versión de hip-hop o de cumbia, siempre va a tener la misma esencia. Creo que es ahí cuando perduran las canciones y se vuelven inmortales.

P: ¿Y qué más podés develar sobre este nuevo disco? ¿Tiene algo de vuelta a las raíces?

MH: Estamos tratando de darle tiempo a cada sencillo, pero el disco saldrá el próximo año. Ya está listo, pero estamos definiendo entre catorce canciones. Se viene algo muy poderoso, un disco que va a posicionar a la banda y que la va a revindicar con un mensaje global y con una identidad. Tal vez nos vean más viejos, pero no por eso estamos peor. Siento que nos van a ver un poco más sabios por decirlo así. Hay temas fuertes como «From Hell To Heaven», que es un temazo que habla de algunas situaciones muy particulares. Estarán «Río Fuerte», «Amarran al Perro», «Nene Chayote» y muchos otros temas que tal vez te lleven al sonido de los 90. Muchos fueron grabados en cinta y sin «clic», como una banda de rock lo sabe hacer.

Una larga relación con Argentina que alimentó el cruce local entre el rock y el hip-hop

Con un largo historial de visitas que comenzó a finales de los años noventa, Molotov ha sembrado entre el público y la escena musical argentina un camino para la fusión entre el rock y los sonidos del hip-hop, un aporte del que su bajista y cantante Micky Huidobro asegura ser «consciente» aunque opte por darle mayor crédito a colegas argentinos como Illya Kuryaki and The Valderramas.

La disruptiva aparición de la agrupación azteca, propagada por las pantallas de televisión en la era del videoclip y sostenida con el éxito en las bateas de «¿Dónde jugarán las niñas?», producido por el argentino Gustavo Santaolalla, coincidió con los primeros años del surgimiento de la cultura del hip-hop en la Argentina, en ese momento minoritaria y hoy absolutamente protagonista de la escena musical.

«Argentina siempre ha sido como nuestra segunda casa. Tenemos muchísimos amigos de por allá y yo, incluso, tengo un restaurante que se llama Pipí Cucú en honor a aquellas palabras de Carlos Monzón y a toda esa historia», sostuvo el cantante, bajista y miembro fundador de Molotov, antes del reencuentro con el público argentino tras dos años.

P: ¿Qué tan conscientes son de la influencia que han dejado acá en Argentina a lo largo de todos estos años?

Micky Huidobro: Obviamente siempre está ese recuerdo. Nosotros básicamente teníamos como referencia de rap a Calo, que hacía algo así como rap-pop. A nosotros nos gustaba escuchar todo ese tipo de ondas como N.W.A, y nombro ese grupo porque resume a muchos raperos. Y en Argentina pasaba que estaban los Illya Kuryaki que estaban rapeando, o en Chile que estaban Las Panteras Negras. Había un movimiento que ya había empezado a surgir allá, y nosotros creo que de alguna manera lo que hicimos fue acercarles esa música que escuchábamos y a traducirla a su idioma. Fue lo mismo que había pasado, cincuenta años atrás, con Los Teen Tops y los grupos de rock. Y así pasó un poquito con nosotros. Somos conscientes de que dejamos cierta semilla plantada ahí, pero también los argentinos son muy talentosos musicalmente. Lo que aportamos no es tan relevante, simplemente tuvimos chances de grabar ese disco con un productor argentino súper reconocido como Gustavo Santaolalla, con quien hicimos un disco excepcional e histórico que nos permitió llegar al cono sur. Y desde ahí arrancamos a estar de gira todo el tiempo. Cada año íbamos un par de veces a Argentina, Chile, Ecuador, Perú y Colombia.

P: Hay quienes recuerdan una gira que hicieron por la Costa Atlántica con escalas por destinos como Necochea donde el público no acreditaba la veracidad de que fueran realmente a presentarse

MH: Sí, toda esa gira del 98 por San Bernardo, Necochea, Bahía Blanca, Pinamar, Mar del Plata fue muy divertida. Me acuerdo que había un bar-discoteca que se llamaba «Coyote» donde siempre terminábamos. No sé por qué, porque ya pasaron 28 años de que fuimos y no lo tengo todo tan claro. Pero una de las particularidades que teníamos era que llegábamos a donde las bandas locales no llegaban. Nosotros le decíamos «darle mantenimiento» pero se trata de llevar la música a donde normalmente no era tan accesible. Creo que es por eso que Molotov se ha vuelto muy querido en todos lados. Y también por no haber tenido broncas de andar en las calles cotorreando con la gente. Seguramente en Necochea no haya sido la excepción.


Por Javier Berro (Télam)