El periodista y escritor Sebastián Duarte acaba de editar su nuevo libro «Yo toqué en Cemento», en el que los músicos cuentan que fue «la casa del rock argentino durante más de 20 años» y que Omar Chaban «le dio espacio y mucha libertad a los rockeros».
Duarte, es actualmente redactor de la revista Mavirock, y creador y director de Músicas del Mundo, revista digital de arte y culturas del planeta. Este es su séptimo libro, ya que antes publicó «Ricky de Flema: El último punk» (2005), «La Constitución travesti» (2009), «Pink Floyd: Derribando muros» (2012), «Madonna: Reina Material» (2012), «The Cure: La leyenda dark» (2013) y «Mujeres Perras» (2013).
En el libro, Duarte prefirió que fueran los músicos que contaran que significaron Chabán y Cemento para ellos, y solo narra en unas pocas páginas la situación social y económica de finales de los 80, luego de la década del 90 y finalmente del período comprendido entre 2000 y 2004.
En el libro aparecen los testimonios de Adrián Dárgelos (Babasónicos), Gustavo ‘Chizzo’ Nápoli (La Renga), Ricardo Iorio (Hermética/Almafuerte), Gustavo Cordera (ex Bersuit), Cristian Aldana (El Otro Yo), La Mona Jiménez, Guillermo Bonetto (Los Cafres), Semilla Bucciarelli (ex Redonditos de Ricota) y Pablo Molina (ex Todos Tus Muertos).
Diego Frenkel (ex La Portuaria), Ciro Pertusi (ex Attaque 77), Andrés Calamaro, Walas (Massacre), Mosca (2 Minutos) y Alejandro Kurz (El Bordo), también relatan vivencias y momentos desconocidos sobre sus bandas y anécdotas como habitues del lugar.
Duarte charló con la agencia Télam sobre el libro y sobre sus vivencias en Cemento:
– ¿Qué te llevó a escribir «Yo toqué en Cemento»?
– Se me ocurrió a mitad del año pasado. Tengo 42 años y me agarró una especie de revisionismo. Es un homenaje personal a un lugar donde crecí viendo muchísimos grupos de rock, incluso muchos de los que se consagraron con el paso del tiempo y se hicieron populares. Este libro retrata lo que significó Cemento para los músicos que pasaron por allí. Son ellos los que relatan sus historias dentro del recinto, y también las de afuera.
– ¿Te sorprendieron las anécdotas y los testimonios de los músicos?
– Es que el libro es eso, las anécdotas y los recuerdos de los músicos: muchos de ellos aún se dedicaban a otros oficios, que no tenían nada que ver con la música, durante la semana. Por ejemplo, Chizzo Nápoli cuenta que él era plomero y que después de ofrecer un recital en Cemento tuvo que partir a destapar una cloaca. ¡Estaba sin dormir! O el caso de Roy Quiroga, baterista de Ratones Paranoicos, que es 10 años más grande que sus compañeros de grupo y vendía café en el centro comercial de Liniers y tenía dos hijos y había que llevar el billete a casa. Salía de Cemento y se iba a preparar los termos de café para vender.
– ¿De que forma encaraste el libro?
– El libro no cuenta mi historia en el lugar, sino la de los músicos. Pienso que los amantes del rock quieren escuchar las voces de sus referentes. Por eso lo encaré de esta manera. Yo soy el entrevistador. Y además anexo a cada capítulo un relato de la situación social. Se me ocurrió esta idea tras escuchar las voces de los músicos, sus realidades en las diferentes etapas que les tocó presentarse en Cemento.
– ¿Cómo lo ven los músicos a Chabán, tras todo lo que paso?
– Chabán dio el lugar y fue el padre de una par de generaciones rockeras. Era un hombre que por su formación cultural invitaba a la ilusión y a la concreción de los sueños. Cuando en los ’90 la crisis se devoraba todo, era aplastante a nivel económico, social y cultural, Cemento era un lugar de resistencia al vaciamiento cultural del neoliberalismo. Los músicos te dicen que Chabán te impulsaba a pelear por tus sueños, a trabajar para cumplirlos sus sueños. Además de enseñarles cómo era el negocio, que nos les robaran plata. Todos los músicos dicen que Chabán jamás les robó. Era un tipo muy prolijo con el dinero.
– ¿Cuáles son tus recuerdos personales de Cemento?
– Mi primer show fue Divididos en 1989. Mis amigos iban a ver a Las Pelotas. Y yo a Divididos. Cierto día fui a ver a Las Pelotas y me enamoré de su onda. Allí vi los primeros shows de Babasónicos y de otros tantos grupos que luego de años se hicieron conocidos. También hubo una etapa en la que colaboré con Bersuit Vergarabat. En esos años hacíamos todos de todo. Recuerdo cortar entradas en la puerta de Cemento o bien estar en la ventanita con Gabriel, un amigo del Pelado, con la lista de invitados. Nunca olvidaré el show presentación del disco «Don Leopardo», antes de la etapa exitosa bersuitera. Hubo una gran performance.
– ¿Qué pensas cuando pasás ahora y lo ves convertido en un depósito?
– Mucha tristeza como todos los que vivimos a pleno ese lugar. Hay que pensar que gran parte del rock argentino se hizo conocido en ese templo de la música. De Cemento a la fama.