Roger Waters puede agregar otro nombre sustancial a su creciente lista de críticos que lo han acusado de antisemitismo: el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
El cofundador de Pink Floyd fue criticado el mes pasado por usar un disfraz de nazi, particularmente un brazalete rojo y negro adornado con dos martillos cruzados en lugar de una esvástica, durante su actuación en Berlín. La medida provocó una investigación de la policía alemana, que Waters atribuyó a «ataques de mala fe de aquellos que quieren calumniarme y silenciarme porque no están de acuerdo con mis puntos de vista políticos y principios morales».
El Departamento de Estado de EE. UU. también condenó este martes el atuendo controvertido de Waters, diciendo que el artista tiene «un largo historial de uso de tropos antisemitas» y que su concierto en Berlín «contenía imágenes que son profundamente ofensivas para el pueblo judío y minimizan el Holocausto», según Associated Press.
Previamente, las insignias de estilo nazi de Waters ganaron fuertes reprimendas de Katharina von Schnurbein, quien se desempeña como coordinadora de la Comisión Europea para combatir el antisemitismo; y Deborah Lipstadt, quien es enviada especial de los Estados Unidos para monitorear y combatir el antisemitismo. «Estoy totalmente de acuerdo con la condena (de von Schnurbein) a Roger Waters y su despreciable distorsión del Holocausto», tuiteó Lipstadt el 24 de mayo.
Los comentarios recientes del Departamento de Estado se produjeron en respuesta a una pregunta presentada en una conferencia de prensa el lunes, preguntándole si respaldaba las críticas de Lipstadt. «La cita-tuit de la enviada especial Lipstadt habla por sí sola», dijo el departamento.
La indumentaria mencionada, un abrigo negro y brazalete rojo con un fusil de utilería, es parte de la iconografía creada por Waters y el ilustrador Gerald Scarfe para el lanzamiento de “The Wall”, álbum conceptual que sigue la historia de Pink, una estrella de rock ficcional que se encierra cada vez más entre “muros” imaginarios a raíz de sus traumas y de la falta de humanidad del sistema.
La estética, inspirada en el nazismo, nace cuando el protagonista, al borde de la autodestrucción y drogado para poder salir al escenario, es víctima de alucinaciones en las que se convierte en un dictador fascista que atenta contra minorías étnicas, como símbolo del paso hacia la locura.
El disco y sus imágenes alusivas a distintas formas de opresión fueron llevados después a la pantalla grande por Alan Parker, con el irlandés Bob Geldof en el rol de Pink. Desde entonces definieron las presentaciones en vivo del álbum, quizás la más importante realizada también en la capital alemana en 1990, en ocasión de la caída del muro que había dividido a la nación en dos durante la Guerra Fría.
En una nueva entrevista con Double Down News, Waters explicó con más detalle cómo se desarrollaron estas representaciones de los llamados «demagogos fascistas» en la adaptación cinematográfica de 1982 de «The Wall». «Al final de la parte fascista… Bob Geldof se da cuenta internamente de que ha cometido un terrible error al querer convertirse en un poderoso demagogo y gobernar el mundo», dijo. «Es por eso que se prueba a sí mismo en el juicio. Se prueba a sí mismo por haberse convertido en nazi. Entonces, ¿cómo podés transfigurar esta obra de teatro en que yo estoy glorificando al Tercer Reich y al nazismo?».
Waters también adoptó algunos puntos de conversación de la derecha en la entrevista cuando planteó la pregunta retórica «¿Por qué están tratando de cancelar a Roger Waters?» e imploró a los televidentes que «ignoren todos los periódicos porque todas son fake news. No están publicando la historia de manera imparcial».
