Hoy se cumple una década del accidente cerebro vascular (ACV) que Gustavo Cerati cursó en Caracas tras ofrecer el último concierto de la gira «Fuerza natural», y que lo llevaría silenciosamente hasta su muerte, el 4 de septiembre de 2014.
En la noche del 15 de mayo de 2010, quien fuera el líder de Soda Stereo padeció primero una isquemia cerebral tras el concierto en el auditorio de la Universidad Simón Bolívar y, ya internado en el Centro Médico Docente La Trinidad, sufrió el ACV que lo dejó en coma hasta su deceso.
Luego de permanecer internado durante un par de semanas en Venezuela, el músico, compositor y cantante nacido el 11 de agosto de 1959 fue trasladado en avión hasta Buenos Aires, donde estudios determinaron que había sufrido un extenso daño cerebral.
Cerati impulsó -a partir de los 80- una movida musical y estética que estalló a nivel local y también alcanzó una imponente repercusión internacional.
Junto con Fito Paez y Andrés Calamaro, Cerati integra el trío más destacado de aquella generación del 80 que renovó el rock argentino, y a los que habría que agregar a Luca Prodan y Federico Moura.
Refinado como guitarrista, autor y cantante, dotó de impronta propia a la rica tradición rockera argentina y logró tender un fecundo puente entre esa historia y los oídos atentos a las nuevas movidas globales.
Junto a Zeta Bosio, su compañero en la Universidad del Salvador, y luego sumando al baterista Charly Alberti, se fue gestando Soda Stereo, un terceto nacido como heredero directo de la new wave que entonces cultivaban The Police y Television.
La permitida «alegría bailable» que acompañó el fin de la dictadura y la incipiente democracia fue un ámbito ideal para consagrar a álbumes como «Soda Stereo» (1984) y «Nada personal» (1985), donde descollaron la ironía y la voz de Gustavo.
Hacia 1986 y antes de la edición del magnífico «Signos», el trío inició un periplo latinoamericano que un año después alcanzó una estatura notable con 22 presentaciones en 17 ciudades de siete países, donde fue aplaudido por unos 200.000 espectadores.
Con esa gira plasmada en el disco «Ruido Blanco», el trío forjó la «sodamanía» que atravesó a la región y donde la influencia de la banda perdura hasta nuestros días.
«Doble vida» (1988), que produjo Carlos Alomar, y «Canción animal» (1990) fueron dos peldaños más de una escalera que el 14 de diciembre de 1991 convocó a 250.000 personas en la 9 de Julio y que en 1992 desembocó en «Dynamo».
Ese año también concretó su primera aventura fuera de Soda Stereo, junto a Daniel Melero para el tecno pop «Colores santos», se casó con la modelo y DJ chilena Cecilia Aménabar (con quien tuvo a Lisa y Benito) y juntos, además, grabaron «Amor amarillo».
Después de un tiempo separados, los Soda volvieron a reunirse para grabar «Sueño Stereo», que mostraba los diferentes estilos que cultivaban sus tres miembros, giró y registró «Comfort y música para volar» (grabado para MTV) y se separó tras una imponente serie de shows en el estadio de River donde inmortalizó su devolución de gentileza a los fans con la frase «gracias totales».
En solitario publicó «Bocanada» (1999), la banda de sonido de la película «+ Bien» (2001), los «11 episodios sinfónicos» con que llegó hasta el Teatro Colón y «Ahí vamos» (2006), con el que debutó en Londres.
Accedió a resucitar a Soda Stereo a una década de la separación que colmó cinco veces el Monumental con presentaciones luego volcadas en los álbumes «Me verás volver» y retomó su camino con «Fuerza natural» (2009), su última obra.