
Sergio Rotman, saxofonista de Los Fabulosos Cadillacs, formó en la década de 1990 un proyecto paralelo denominado Cienfuegos, con una propuesta más oscura. Ahora, aquella mítica banda está de regreso, incluyendo shows el fin de semana pasado en el local porteño Niceto (viernes 17 y sábado 18).
No obstante, el músico no minimiza el hecho de ser integrante de Los Fabulosos Cadillacs. «Yo pienso que Cadillacs es todo», cuenta. Y agrega: «Me pasaron dos cosas muy importantes. Primero, después de 28 años, me separé de Mimi Maura, lo cual me dolió mucho, no solo por lo personal, sino porque era mi grupo favorito. Pero Cadillacs… es tan importante lo que pasa. Después la música a cada cual le gusta lo que le gusta. Pero realmente, estos dos años, 2023 y 2024, girar con los Cadillacs.., yo a veces me levanto a la mañana y digo, no me lo merezco. No merezco esta suerte. Algo extraño pasó, porque es increíble».
Rotman también cuenta otros de sus proyectos: «Además, me asocia a Leo y Luciano de Attaque 77 y a Bernie en el Strummer Bar y tengo mi propio bar. Para mí el sueño es llegar a un lugar, pasar por la barra, servirte directamente y que nadie te diga nada. Por eso tengo un bar, solamente para poder servirme sin que nadie me diga nada. Y entonces, lo que veo son un mundo de caos total, porque después de tantos años, no sé ni donde estoy parado. El regreso de Cienfuegos es increíble, pero por sobre todo, girar con los Cadillacs, yo no te puedo explicar lo que es. Porque no nacionalizamos nuestra música. Nosotros naturalmente nos convertimos en grupos de los lugares a los que vamos a tocar. No llega como el grupo argentino. Llegan los Cadillacs, es increíble».
«No sé hacer otra cosa, no me importa otra cosa, entonces ¿cómo no voy a tratar de hacerlo bien? Yo no sé rectificar un motor, no sé cambiar un potus de lugar. Cuando te pasa lo que me pasa a mí ─yo tengo 61 años ahora─ o te quedas en tu casa viendo Netflix… O no. Y si no, es jodido. Porque hay mucho para hacer. Yo básicamente tengo Cienfuegos tocando eventualmente, Cadillacs todo el tiempo, mi carrera solista, que la hago en Strummer Bar. Y aparte, bueno, Dub Clash Orquesta, de lo que está activo, ¿no?».
Y se sincera: «Pero lo que más hago es discjockear. Lo que más hago es pasar música. Yo tengo una sociedad con una chica que se llama Asia del Sur, en la cual pinchamos vinilo. Y es muy extraño porque es una actividad tan antigua, lo de pinchar música, digo, desde que existe la música grabada. Y viajamos por el mundo haciendo eso. Yo, lo que más disfruto es hacer eso, más que el escenario. Porque en realidad es como un poco mágico, ¿no? vas a hacer bailar a la gente y que no te miren. Así que de todo lo que hago, lo que más me gusta es discjockear«.
También muestra sus crítica hacia la industria musical y la (casi) desaparición de los formatos físicos. «Una cosa que hemos perdido en la música es la propiedad de la canción», argumenta. «En esto, en el telefonito, hay un problema que es grave y es que ya nada es tuyo. Antes vos ibas, te comprabas el disco o te comprabas el CD… o te bajabas el mp3. Ya bajarte la canción te hacía relacionarla a algo propio. Hoy en día no, está ahí».
Y vincula ese hecho con la historia de Cienfuegos. «Entonces yo creo que Cienfuegos representa la juventud de un montón de gente desalmada que los 90 los sufrió más de lo que los disfrutó y sobrevivieron. Entonces, van todos a matarse con Cienfuegos. Y son gente, mayormente, más para estar en la casa. ¿Y por qué lo hacen? Lo hacen porque representa algo de su vida. Cienfuegos no es un grupo que vos puedas catalogar… no es un grupo que refleje una escena o no es un grupo que tenga cierta moda, entonces, toca a la gente como propia. No es un grupo de punk rock tradicional. Entonces, yo me di cuenta por qué nos iba a haber tanta gente ahora, porque le representamos algo de su vida realmente. Íntimamente».
«Hay mucha gente yendo a ver hoy al grupo por lo que se dice del grupo. Por suerte el grupo cumple cuando lo vas a ver. Y me parece que es una búsqueda de gente que estaba sola, que ahora están casados y tienen hijos, pero que en los 90 estaba sola. Cienfuegos no tenía éxito, iban 150 personas cuando estaban todos. Pero ahora va un cero más, porque me parece que representa algo intangible, es un momento, y la gente lo toma así. Yo veo una pasión en Cienfuegos que no veo en ningún otro grupo… ni en los Cadillacs. Y es importante. Hay que hacerlo. Me costó un montón de años poder convencerlos de que había que volver a tocar… y ahora están contentas (sic)», cierra.