Después de haber publicado su álbum debut en el sello CBS, el dúo Pedro y Pablo decidió buscar una discográfica independiente con la intención de lograr una mayor libertad creativa y menor censura. Así fue que recalaron en el sello Trova, reconocido por tener producciones de gran calidad artística.
Miguel Cantilo y Jorge Durietz vivían en la casona de la calle Conesa 2563 del barrio porteño de Belgrano -hoy hay un edificio en esa dirección-. Junto a ellos se encontraban miembros de la recién disuelta banda La Cofradía De La Flor Solar, que habían quedado sin lugar para vivir luego de los constantes allanamientos policiales a la casa que alquilaban en La Plata. La rescisión del alquiler por parte de los dueños era cuestión de tiempo.
«Conesa fue una casa de barrio que alquilamos y donde armamos una gran sala de ensayo», recordó Cantilo. «Una casa donde vivíamos, músicos, artesanos… Al principio fue mí casa, la casa de Pedro y Pablo, y después poco a poco se fue abriendo a otros músicos que convivían con nosotros, se sumó la gente de La Cofradía De La Flor Solar que venían de La Plata y nos enseñaron un poco toda esa historia de vivir en comunidad, compartir gastos, rotar actividades. Nos enseñaron como se podía hacer para vivir un grupo de gente ordenadamente con una especie de mística y conducta grupal que era también influencia de lo que estaba pasando en el mundo».
Producto de esa experiencia, el dúo grabó un puñado de canciones con letras que ensalzan el «regreso a la naturaleza» («El Bolsón de los cerros», «Blues del éxodo»), sin dejar de lado la temática social. «Padre Francisco» es un homenaje al Padre Carlos Mugica y a los curas tercermundistas, «Apremios ilegales» es la primera canción argentina sobre la tortura, «El alba del estío» es una adaptación de Durietz del poema «Alba» de Rimbaud y «Catalina Bahía», que generaciones más recientes descubrieron en la versión que Andrés Calamaro incluyó en su exitoso «Alta suciedad».
Kubero Díaz, Enrique Gornatti, Nestor Paul y Rubén Lezcano, exintegrantes de La Cofradía, participaron como banda de apoyo en la grabación del álbum «Conesa», que tuvo lugar entre junio y julio de 1972 en los Estudios ION de Buenos Aires bajo la producción de Héctor Techeiro.
Otro de los colaboradores fue Roque Narvaja, quien venía de dejar el efímero proyecto con el Trío Comunión. Narvaja participó activamente cantando y haciendo coros en la mayoría de los temas y aportando también guitarra acústica y flauta. Una gentileza que Pedro y Pablo le devolverían apenas meses después al colaborar en el primer LP solista de Narvaja, «Octubre, (mes de cambios)», grabado también en 1972 y editado por el sello Trova, el mismo que lanzó «Conesa».
El álbum incluye temas que se han convertido en clásicos del dúo, como «Padre Francisco»,»Blues del éxodo» -con Pappo en la guitarra- y una versión de «Catalina Bahía» distinta de la grabada para el sello CBS, con Cantilo y Durietz junto a Roque Narvaja en guitarras acústicas.
Poco después del lanzamiento de «Conesa» el dúo se separaría momentáneamente. Jorge Durietz formaría Melimelum, cuyo anticipo de lo que sería su sonido puede escucharse en «El alba del estío».
El perdurable legado de «Conesa» sigue hasta nuestros días. Muchas de sus canciones han quedado grabadas en el inconsciente colectivo del seguidor del rock argentino -y de nuestra música en general-. En 2013, la edición local de la revista Rolling Stone lo ubicó en el puesto 39 de su lista de los 100 mejores álbumes de la historia del rock argentino.
El viernes 9 y el miércoles 14 de septiembre, a las 20, se llevarán a cabo en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner (CCK), dos conciertos en formato sinfónico para celebrar el medio siglo de vida de «Conesa», con la Orquesta Nacional de Música Argentina «Juan de Dios Fiiberto» y Diego Censabella como director invitado.